La Fortaleza Negra
Cirilli
En el valle de Nentir, el pueblo de Winterhaven sufre el resurgir de un antiguo mal. Los no-muertos y las desapariciones se multiplican, vinculados al prohibido nombre de Orcus y a un culto que intenta reabrir un portal a la Sombra Eterna.
Acerca de la aventura
En los confines del valle de Nentir, el pueblo de Winterhaven sobrevive a duras penas entre rutas olvidadas y ruinas ancestrales. Los viajeros hablan de sombras que se alargan antes del ocaso, de criaturas que emergen de los túmulos y de un nombre prohibido susurrado por los muertos: Orcus.
Antaño, un culto oscuro intentó abrir un portal hacia la Sombra Eterna, sellado con sangre y sacrificio. Ahora, siglos después, los signos del resurgir se multiplican: desaparecidos, no-muertos en los caminos, templos profanados.
Los héroes llegan por azar —o destino— a Winterhaven, atraídos por promesas de oro, gloria o redención. Pronto descubrirán que las ruinas al este, bajo la sombra de la Fortaleza Negra, ocultan algo más que piedra y polvo: un eco de la oscuridad primordial que amenaza con volver a despertar.
El destino del valle, y quizá del mundo, depende de si logran sellar el portal antes de que el culto complete su ritual… o si se perderán en las sombras que una vez devoraron todo.
Reglas
Para mí, las reglas en un juego de rol son una base, no una jaula. Me gusta que haya estructura, porque le da coherencia al mundo y permite que todos los jugadores sepan cómo interactuar con él. Pero también entiendo que las reglas están ahí para mejorar la experiencia, no para frenarla.
Cuando dirijo, trato de seguir las mecánicas establecidas para que el juego sea justo y equilibrado. Me gusta que los desafíos tengan sentido y que las habilidades de los personajes realmente importen. Sin embargo, si una regla interfiere con la historia o con la diversión de la mesa, no tengo problema en ajustarla o interpretarla de una manera que tenga más sentido en la narrativa.
Eso sí, aunque permito flexibilidad, no me gusta que las reglas se ignoren sin motivo. Si algo es parte del juego, es porque aporta un desafío o una limitación interesante. Así que si un jugador quiere hacer algo fuera de lo establecido, me gusta que tenga una buena razón y que lo haga con creatividad.
En resumen, respeto las reglas, pero no las sigo ciegamente. Me gusta que el juego fluya de manera lógica, que los sistemas sean justos y que, sobre todo, la historia y la diversión sean lo más importante en la mesa.